domingo, 15 de agosto de 2010

Semana 3 - La Evaluación


Desde el punto de vista como estudiante, he visto la evaluación como un proceso estresante y excluyente, en donde he sentido en varias ocasiones que la evaluación no logra responder el conocimiento adquirido, pues se está limitado a la intención y la forma como el diseñador de este instrumento, adquirió el conocimiento. En procesos mediados por tic, la evaluación para unos casos es sólo un momento en donde la tecnología es simplemente un soporte más, pero en otros he relacionado la evaluación con un proceso continuo, donde la tecnología se convierte en un instrumento dinamizador en la adquisición del conocimiento, pues no hay una ruptura tan marcada entre el proceso de aprendizaje con la evaluación.

En los espacios educativos que he participado con mediación tecnológica, la evaluación no es muy definida por el facilitador, logrando obviar aspectos del proceso que para uno son importantes y basándose solo en aquello que sea medible. Pues no es la cantidad de participación en ciertos espacios y la cantidad de productos que se pueden producir lo que realmente indique y mida el conocimiento en su totalidad.

Es cierto que la evaluación debe arrojar resultados en que yo como aprendiz, pueda conocer en que escala del conocimiento me encuentro del nuevo aprendizaje, esto quiere decir, que en espacios mediados por tic se debería potenciar la autorregulación de forma reflexiva, ya que la herramientas permiten adquirir un proceso más autónomo, no solo en un sentido relacionado con “soledad”, si no en cuanto el ritmo de aprendizaje que estoy dispuesta a recorrer.

Aunque no soy educador por formación, se de las dificultades que la evaluación ha tenido en la educación y lo que esta ha implicado a través del tiempo. Ahora que se han cambiado ciertos soportes, que la tecnología está presente cada vez más en el sistema educativo, la evaluación no será ni deberá ser el mismo instrumento que se aplica en la presencialidad, pues aunque en mi parecer permite un ejercicio interesante de la autonomía, también es cierto que da la posibilidad de la cooperación y me cuestiona entonces, ¿si la colaboración de un par, permite la acomodación del conocimiento en una zona de desarrollo, es entendido esto para la evaluación? ¿La evaluación es pensada como un instrumento incluyente o excluyente?


Colegas y estudiantes

La evaluación en la institución donde trabajo, no deja de ser un simple instrumento requerido por las directivas, que se convierte para los docentes el “AS” bajo la manga a la hora de reiterar su poder en el aula. Uno puede notar como la evaluación es preparada por los docentes, como requisito de la institución e inclusive pocos se toman el tiempo para su diseño sin tener en cuenta que es lo que realmente quieren evaluar y cómo.

En muchos casos la evaluación es decisiva y los resultados no confrontan realmente el aprendizaje del estudiante, pues sus preguntas difícilmente logran un proceso reflexivo y consiente del saber, porque la institución no abre espacios suficientes para diseño, control y seguimiento de la evaluación.

Claro está que varios colegas hablan de la evaluación como un proceso continuo, pero dicen que no concuerda con las exigencias de las directivas a la hora de medir a los estudiantes. Aún para la mayoría de ellos por ejemplo no está definido como evaluar el “ser”, tanto por parte de la institución como por ellos mismos y es confusa la posición que dan los docentes frente a la forma de medirla.

Es normal escuchar entre los estudiantes el malestar que les genera la realización de una evaluación y el poco interés que le dan. Para ellos la evaluación es un momento, donde de manera rigurosa son posicionados y sometidos a un encuentro con ellos mismos, que pocas veces es trabajado y motivado hacerse en un aula de clase.

Para los estudiantes, la evaluación siempre es una incertidumbre, pues no saben que les van a evaluar ni cómo y no logran despertar una total independencia intelectual, porque dicen estar pensando en lo que el profesor quiere que ellos respondan. Sus respuestas están basadas entre lo que ellos creen saber y lo que el profesor quiere leer, entonces para algunos parece no crear independencia la evaluación, si no, una forma de inhibición de sus ideas.

La tecnología no ha tenido ninguna incidencia en los procesos evaluativos de la institución, pues su uso no aplica dentro de la perspectiva que se tiene de la evaluación. Pero me encontré con una compañera que hace uso de las WebQuest como apoyo a las actividades que realiza dentro del aula, pero de igual forma la tecnología no dejará de ser un simple instrumento mientras carezca de sentido pedagógico e intencionado para el aprendizaje.

4 comentarios:

balhisay dijo...

Hola José Fernando, me parece muy interesante la pregunta con la que cierras el artículo: '¿la evaluación es pensada como un instrumento incluyente o excluyente?'. Yo creo que ni uno ni otro porque, simplemente, no se piensa en esa dimensión de la evaluación.

Como bien indicas en el artículo no podemos trasladar las formas de evaluación de lo presencial a lo on-line, pero si ya estamos trasladando el resto de aspectos de lo presencial creo que no podemos abrigar muchas esperanzas con la evaluación, el gran punto débil de nuestros sistemas educativos.

Un saludo.

Luz Angela Rodriguez Rodriguez dijo...

José, es cierto que el proceso evaluativo genera ciertas tensiones no solo del estudiantes si no, tambien del docente. Esta es una razón por la cual el uso de tecnologías debería ser una herramienta fundamental de la pedagogía, para que se evidencia el estado real del aprendizaje, sin motivos extraños.

Diego Leal dijo...

Hola José,

Algo que llamó mi atención es la duda que planteas respecto a la forma en la que la evaluación da cuenta de procesos como la colaboración. Cuando hablabas de "zona de desarrollo" (supongo que te refieres a Vygotsky), me quedé pensando en qué tan sintonizados se encuentran los procesos de evaluación con las teorías que se supone respaldan el tipo de cosas que hacemos. ¿O será que no hay en realidad sintonía?

En parte a esto me refiero cuando hablo en las sesiones de mi inquietud por trascender el discurso. Si hacemos uso de determinados enfoques sobre el aprendizaje y la enseñanza (algunos de ellos muy sofisticados) pero no repensamos la evaluación, ¿estaremos logrando algún efecto tangible?

El otro elemento inquietante pero bastante presente es el de "escribir lo que el profesor quiere leer". Son innumerables las estrategias que uno desarrolla como estudiante para obtener la mejor relación costo/beneficio cuando la evaluación (y el aprendizaje) son completamente ajenos a nuestros intereses...

El reto sigue siendo cómo cambiar la percepción tanto personal como de los estudiantes respecto a lo que significa la evaluación. Es algo que espero podamos explorar un poco más en las siguientes semanas.

Un saludo!


D.Leal

Neyla O M dijo...

A través del tiempo la evaluación ha sufrido metamorfosis al igual que la enseñanza y el aprendizaje.

Hoy las competencias y los desempeños exigen una evaluación articulada con seres humanos nativos digitales, inmigrantes y analfabetas, que trasiegan espacios comunes y al tiempo distantes en el mundo del conocimiento.

Cabe destacar que la educación es inherente al ser humano, pero los procesos formativos hoy se pueden asumir desde la presencialidad, la semi-presencialidad y la virtualidad. En cada uno de ellos la evaluación juega su papel, sin embargo, compete al sujeto de educación tener claras sus metas y competencias y trabajar por ellas, en beneficio de niveles de desempeño que le permitan demostrase y demostrar su excelencia.